Proteger a los niños del frío extremo es fundamental para prevenir afectaciones en su salud, especialmente cuando pasan tiempo al aire libre en días fríos. Este tema cobra importancia en escuelas, parques y actividades recreativas en diversas regiones del país. Reconocer señales y saber cómo actuar ayuda a proteger su bienestar.
Los niños pierden calor más rápido que los adultos debido a su menor masa corporal y a que su sistema de regulación térmica aún está en desarrollo. Cuando la temperatura baja, el cuerpo prioriza mantener caliente el tronco, lo que puede dejar manos, pies, orejas y nariz más vulnerables. Esto ocasiona piel fría, enrojecimiento y temblores.
Además, al estar jugando o distraídos, pueden no darse cuenta de que tienen frío, por lo que los adultos deben estar atentos a su comportamiento y apariencia.
Señales de alarma a las que hay que prestar atención
Identificar síntomas tempranos evita complicaciones. Algunos signos de exposición prolongada al frío son:
Piel muy fría, especialmente en extremidades
Labios morados o uñas azuladas
Temblor constante
Irritabilidad o cansancio inusual
Lentitud en el habla o movimientos
Si se presentan dos o más de estos síntomas, conviene actuar de inmediato.
Qué hacer si el niño estuvo mucho tiempo en el frío
Llévalo a un lugar cálido y quita ropa húmeda si la hay.
Abríguelo en capas (camiseta, suéter, chamarra) y cúbrelo con una manta.
Calienta el cuerpo de forma gradual, evitando colocar bolsas de agua caliente directo sobre la piel.
Ofrece líquidos tibios como agua o té suave; evita bebidas muy calientes.
Consulta atención médica si el menor sigue temblando, está muy cansado o respira con dificultad.
Cómo prevenir la exposición prolongada al frío
Vestir por capas para retener el calor corporal.
Usar gorro, guantes y calcetines gruesos.
Evitar que la ropa permanezca húmeda por lluvia o sudor.
Limitar el tiempo de juego al aire libre en clima ventoso o lluvioso.
Promover una buena hidratación, incluso cuando no haya sed.
Estas medidas sencillas ayudan a mantener la temperatura corporal estable y reducen el riesgo de malestar o hipotermia.