Entre el año y los 5 años, llega una etapa tan temida como inevitable: la edad de los berrinches en niños.
Gritos, llanto y pataletas en plena calle o tienda no son rebeldía, sino una forma básica del niño de expresar frustración, cansancio o necesidad de atención.
Su cerebro aún no tiene las herramientas para gestionar emociones y el autocontrol está en construcción.
Lo peor que podemos hacer ante los berrinches en niños es reaccionar con enojo o burlarnos. Lo mejor: mantener la calma, validar sus emociones («entiendo que estás enojado») y ofrecer contención, no castigo. A veces, el niño solo necesita un abrazo.
Ojo: no cedas solo para que “se calle”, porque refuerzas la conducta. Y si estás en público, respira profundo y recuerda: es una etapa, no un fracaso como mamá o papá.
Abrazar o quedarse cerca puede ser más útil que regañar. Foto: Especial
La clave está en acompañar, no dominar. Los berrinches son parte del desarrollo emocional saludable… aunque nos saquen canas.